Costa Rica aún depende de sí misma: debe ganar los tres partidos restantes para asegurar el boleto al Mundial.
San José, Costa Rica — La Selección de Costa Rica mantiene vivas sus opciones de clasificación al Mundial, pero con una condición ineludible: ganar los tres partidos que restan en la eliminatoria. La palabra clave es clara: Costa Rica necesita triunfar sin margen de error.
El panorama para la Selección Nacional es tan claro como exigente. Tras un inicio irregular con empates y derrotas, el conjunto dirigido por Miguel “Piojo” Herrera enfrenta una recta final en la que solo los triunfos valen.
El empate en la última fecha dejó a la Tricolor con tres puntos, por detrás de Haití y Honduras, ambos con cinco. Nicaragua cierra la tabla con un punto, lo que deja todo abierto, pero sin espacio para fallar.
La ecuación es sencilla: si Costa Rica gana sus tres partidos, alcanzará 12 puntos. Ninguna otra selección podría superarla, garantizando así el pase directo al Mundial sin depender de otros resultados.
El desafío comienza este lunes a las 8:00 p.m. en el Estadio Nacional frente a Nicaragua, un rival que llega sin presión y con ganas de sorprender. Los antecedentes invitan a la cautela: en las últimas fechas, la Sele mostró altibajos tanto en ataque como en defensa.
El técnico mexicano Miguel Herrera fue contundente tras el último encuentro. “Seguimos dependiendo de nosotros. No hay margen para fallar”, declaró. “Si queremos seguir en la pelea, tenemos que ganar el lunes y los que vienen”.
Las palabras del entrenador reflejan el sentir del camerino. El grupo sabe que el margen de error se ha agotado. Cada partido será una final, y los jugadores más experimentados asumen la responsabilidad de guiar al equipo en esta etapa decisiva.
Haití y Honduras, con campañas sólidas hasta el momento, enfrentarán entre sí, lo que abre una oportunidad para Costa Rica si logra encadenar victorias. Sin embargo, los cálculos no bastan: el rendimiento en la cancha será lo que determine el futuro.
Los próximos compromisos ante Haití y Honduras se perfilan como auténticas finales anticipadas. Ambos combinados son físicamente intensos y han mostrado buen orden defensivo. Para superarlos, Costa Rica deberá recuperar la agresividad ofensiva y la confianza en su sistema táctico.
En el entorno de la afición crece la expectativa. Las entradas para el juego ante Nicaragua se agotan, y el Estadio Nacional promete un ambiente de apoyo total. “La Sele siempre se crece en casa”, comentan los hinchas, esperanzados en un cierre épico.
Más allá de los números, el desafío es emocional. El equipo necesita reencontrarse con su identidad: un fútbol disciplinado, con intensidad y orgullo nacional. Herrera busca transmitir esa mentalidad ganadora que siempre caracterizó a las mejores generaciones ticas.
La defensa, que en otras épocas fue la base del éxito, ha sido un punto débil reciente. Evitar errores no forzados y mejorar la salida de balón serán claves para sostener el sueño mundialista.
En ataque, figuras como Joel Campbell y Anthony Contreras deben asumir el liderazgo goleador. Sin su efectividad, las cuentas no cerrarán, por más voluntad que haya en el grupo.
Los analistas deportivos coinciden en que el plantel tiene la calidad suficiente para lograrlo, pero el tiempo apremia. La presión, el ambiente y la necesidad de resultados pueden jugar tanto a favor como en contra.
En definitiva, Costa Rica aún tiene el control de su destino. Tres victorias la llevan directo al Mundial; cualquier tropiezo la condenaría al repechaje o la eliminación.
El mensaje está claro: creer, luchar y ganar. Así de simple. Así de complicado.