Caos en Nepal: protestas juveniles desatan violencia tras renuncia de Oli y ataque brutal al ministro de Finanzas

Nepal vive una crisis histórica con muertos, heridos y un ministro golpeado y arrojado a un río.

 

Caos en Nepal: protestas dejan 19 muertos y ataque brutal a ministro. Conoce cómo la crisis sacude al país.

Katmandú, Nepal — La ola de protestas en Nepal alcanzó un punto crítico tras la renuncia del primer ministro KP Sharma Oli. Manifestantes atacaron brutalmente al ministro de Finanzas, Bishnu Prasad Paudel, a quien golpearon, desnudaron y lanzaron a un río, en medio de un estallido social que dejó al menos 19 muertos y más de 300 heridos.

 

La renuncia del primer ministro KP Sharma Oli no logró contener la furia de las calles en Nepal. La capital, Katmandú, se convirtió en epicentro de disturbios masivos liderados por jóvenes que exigen un cambio político profundo.

 

Los manifestantes, organizados en torno a un movimiento denominado “Generación Z”, expresan su rechazo a la corrupción, la falta de empleo y los intentos de censura digital. El enojo se desató tras una medida gubernamental que bloqueó temporalmente las redes sociales.

 

El momento más dramático ocurrió cuando el ministro de Finanzas, Bishnu Prasad Paudel, fue interceptado por una multitud. Según testigos, fue perseguido, golpeado, desnudado y arrojado a un río. Las imágenes se viralizaron rápidamente, provocando conmoción internacional.

 

Las autoridades confirmaron que Paudel sobrevivió, aunque se desconoce su estado de salud actual. El ataque simboliza el nivel de rechazo social hacia las figuras de poder en Nepal.

La violencia no se detuvo ahí. El Parlamento fue incendiado y varias residencias oficiales sufrieron ataques, incluyendo la del expresidente Sher Bahadur Deuba y la del líder maoísta Pushpa Kamal Dahal.

 

Deuba y su esposa, la ministra de Relaciones Exteriores Arju Rana Deuba, resultaron heridos en medio del asedio a su vivienda, un hecho que evidencia el clima de inseguridad que atraviesa la élite política.

 

El aeropuerto internacional de Katmandú suspendió parcialmente operaciones debido a las manifestaciones, reflejando la magnitud de la crisis que paralizó la capital.

 

Tras la renuncia de Oli, al menos cuatro ministros más presentaron su dimisión, entre ellos el de Agricultura, Ramnath Adhikari, quien denunció el “comportamiento dictatorial” del gobierno saliente.

 

Oli justificó su renuncia asegurando que buscaba “dar pasos hacia una solución política”, pero la violencia posterior mostró que la crisis había superado la capacidad de su administración.

 

Amnistía Internacional acusó a las fuerzas de seguridad de usar munición real contra los manifestantes, lo que provocó indignación dentro y fuera de Nepal.

El saldo oficial, hasta el momento, asciende a 19 muertos y más de 300 heridos, aunque organizaciones civiles temen que la cifra aumente en las próximas horas.

 

La protesta juvenil, lejos de disiparse, ha ganado fuerza. La “Generación Z” exige elecciones anticipadas, disolución del Parlamento y un gobierno interino integrado por representantes ciudadanos.

 

El descontento refleja un hartazgo acumulado en un país que en dos décadas pasó de monarquía absoluta a república, sin lograr estabilidad política.

 

La violencia revive los fantasmas de la guerra civil maoísta que sacudió Nepal entre 1996 y 2006 y que dejó más de 13.000 muertos.

 

Analistas internacionales advierten que la inestabilidad en Nepal podría alterar el equilibrio regional, donde India y China compiten por influencia política y económica.

 

La comunidad internacional sigue con atención los acontecimientos. Naciones Unidas y varias potencias regionales hicieron llamados a la calma y a una transición pacífica.

 

La crisis en Nepal se perfila como uno de los episodios más turbulentos en su historia reciente, con un pueblo que exige un cambio de rumbo y una clase política cada vez más cuestionada.

 

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