Autoridades refuerzan presencia policial en Pavas y Desamparados ante temor de enfrentamientos entre bandas.
San José, Costa Rica — La reciente muerte de presuntos cabecillas vinculados al narcotráfico ha encendido las alarmas en el sur de la capital. Las autoridades temen que el reacomodo criminal desate una ola de disputas por territorios estratégicos, en medio de un repunte de homicidios y ataques armados.
La Fuerza Pública mantiene desplegados a sus oficiales en comunidades como Pavas, Desamparados y Hatillo, consideradas zonas de alto riesgo tras los recientes asesinatos de supuestos líderes criminales. El Ministerio de Seguridad advirtió que estos hechos podrían ser la chispa de nuevos enfrentamientos entre grupos rivales.
El ministro de Seguridad, Mario Zamora, aseguró que la estrategia oficial busca contener la escalada de violencia mediante patrullajes reforzados, allanamientos focalizados y la presencia de unidades especializadas. “No vamos a permitir que los ciudadanos vivan bajo el temor de estas disputas criminales”, afirmó.
Sin embargo, la experiencia muestra que cada vez que un líder narcotraficante es abatido o detenido, otros actores emergen para disputar el control. Ese reacomodo criminal, según expertos, es lo que alimenta la espiral de violencia en barrios vulnerables.
Rodrigo Campos, criminólogo y docente universitario, explicó que los grupos delictivos poseen una gran capacidad de recomposición. “La caída de un cabecilla no significa el final de la organización, sino el inicio de nuevas rivalidades, alianzas y luchas internas”, señaló.
El impacto no se limita a las estructuras criminales. Vecinos de comunidades como Alajuelita y Pavas relatan que los últimos meses se han vuelto especialmente tensos por la presencia de hombres armados y balaceras a plena luz del día.
Las estadísticas respaldan la percepción ciudadana: en 2024, Costa Rica cerró con la cifra más alta de homicidios en su historia reciente, y la mayoría de los casos se vincularon con ajustes de cuentas por drogas.
De acuerdo con el Observatorio de la Violencia de la Universidad de Costa Rica, más del 70% de los asesinatos registrados en San José tienen relación con disputas por territorios de venta y distribución de estupefacientes.
Los barrios más golpeados comparten una característica: pobreza estructural, desempleo y escasas oportunidades para jóvenes, quienes se convierten en blancos fáciles para el reclutamiento del crimen organizado.
Campos enfatiza que la respuesta policial es necesaria, pero insuficiente si no va acompañada de inversión social. “La prevención es el único camino para cortar la cadena de violencia. Mientras existan comunidades olvidadas, los grupos criminales tendrán cantera de nuevos integrantes”, advierte.
En este contexto, las fuerzas policiales no solo enfrentan el reto de contener a bandas armadas, sino también de recuperar la confianza ciudadana. Vecinos han denunciado temor a represalias por colaborar con las autoridades.
En paralelo, la Fiscalía intensifica las investigaciones sobre las recientes muertes de líderes delictivos, con el fin de identificar a posibles sucesores y anticipar nuevos brotes de violencia.
El gobierno ha reiterado que la lucha contra el narcotráfico es una prioridad, aunque reconoce que se trata de un desafío estructural que supera la capacidad policial y requiere cooperación regional.
Costa Rica se ha convertido en punto estratégico para el trasiego de cocaína hacia Estados Unidos y Europa, lo que incrementa el valor de los territorios urbanos utilizados para almacenamiento y distribución.
La presión internacional contra los carteles ha desplazado operaciones hacia Centroamérica, y San José no ha quedado fuera de este mapa.
Mientras tanto, organizaciones sociales llaman a que la violencia no invisibilice la necesidad de políticas públicas en educación, cultura y empleo, pues advierten que la represión por sí sola no soluciona el problema.
La incertidumbre persiste en barrios del sur capitalino. Los vecinos, entre el temor y la esperanza, observan cómo el pulso entre bandas y autoridades define día a día su calidad de vida.