Las promesas económicas de Donald Trump no convencen a los ciudadanos tras su regreso a la presidencia de Estados Unidos.

Washington D. C., EE. UU. — A más de siete meses de haber asumido su segundo mandato, el presidente Donald Trump enfrenta una creciente ola de desilusión entre sus votantes. Las promesas de recuperación económica y estabilidad no se han materializado como se esperaba, lo que ha generado un descenso en sus índices de aprobación.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca fue visto por muchos como una segunda oportunidad para "hacer América grande otra vez". Durante su campaña, el republicano acusó a Joe Biden de haber sumido a Estados Unidos en una recesión y prometió una rápida recuperación económica si ganaba las elecciones de 2024.
Sin embargo, los indicadores actuales pintan un panorama mucho menos alentador. A pesar de sus declaraciones triunfalistas, la inflación sigue por encima de los niveles previos a la pandemia, el déficit fiscal se ha ampliado y la incertidumbre en los mercados financieros persiste.
Las expectativas de una recuperación del poder adquisitivo y un aumento del empleo no se han cumplido a la velocidad prometida. Las cifras del último trimestre muestran un crecimiento económico más lento de lo proyectado por el Departamento del Tesoro, mientras que sectores clave como el inmobiliario y la manufactura enfrentan desaceleraciones notables.
Los votantes que confiaron en Trump por su retórica económica comienzan a expresar frustración. En estados clave como Michigan, Pensilvania y Arizona, las encuestas recientes reflejan una caída de entre 6 y 9 puntos en su popularidad.
La gestión migratoria, uno de los pilares de su retórica electoral, también ha generado controversia. El intento de reinstaurar medidas de “tolerancia cero” en la frontera ha sido criticado por organizaciones de derechos humanos y algunos sectores empresariales preocupados por la escasez de mano de obra.
En el frente internacional, la política exterior de Trump ha vuelto a generar tensiones con aliados tradicionales. Su decisión de aumentar los aranceles a productos chinos ha generado una respuesta recíproca de Pekín, afectando el comercio bilateral y disparando los precios de productos electrónicos y textiles.
En el Congreso, el Partido Republicano ha comenzado a mostrar divisiones internas. Algunos legisladores expresan su incomodidad con el estilo confrontativo del presidente y su aparente desconexión con la realidad económica de la clase media estadounidense.
El eslogan "América Primero" empieza a perder fuerza ante la falta de resultados concretos. A esto se suma el hecho de que varias de las medidas implementadas hasta ahora han sido revertidas por los tribunales federales por considerarse inconstitucionales o económicamente inviables.
Analistas políticos coinciden en que Trump enfrenta un punto de inflexión. Si no logra revertir la percepción pública en los próximos meses, podría debilitarse de cara a las elecciones legislativas de 2026, lo que pondría en riesgo su capacidad de gobernar con una mayoría sólida.
Mientras tanto, la Casa Blanca continúa defendiendo su plan económico, asegurando que el “verdadero impacto positivo” se sentirá a mediano plazo. Portavoces oficiales insisten en que las medidas están encaminadas a corregir los errores de la administración anterior y estabilizar las finanzas nacionales.
Sin embargo, en el imaginario colectivo, las promesas de “milagro económico” comienzan a desvanecerse. La población espera resultados tangibles y no discursos grandilocuentes. El desencanto podría traducirse en una pérdida de impulso para un presidente que aún conserva una base leal, pero cada vez más exigente.
A nivel internacional, la percepción de Trump también sufre desgaste. Gobiernos europeos observan con cautela su estilo impredecible, mientras economistas del FMI advierten que el proteccionismo estadounidense podría frenar la recuperación global.
Los intentos por controlar la narrativa desde plataformas sociales conservadoras no han sido suficientes para contener el descontento. La era post-Twitter no le ha permitido a Trump replicar el impacto comunicacional que tenía durante su primer mandato.
Los expertos consideran que, sin cambios estructurales inmediatos, el actual gobierno podría enfrentar un invierno político anticipado. Las alarmas ya están encendidas en el partido republicano, que teme que la frustración de los votantes se traduzca en una abstención crítica en futuros comicios.
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